viernes, 19 de septiembre de 2008

Vientos huracanados en Venus con velocidades de hasta 370 kilómetros por hora

El ojo infalible de la sonda Venus Express, de la Agencia Espacial Europea (ESA, en inglés), que vigila el planeta Venus el más parecido en cuanto a tamaño a la Tierra es en realidad un detective que vigila y penetra en su atmósfera. Venus es el equivalente al infierno de Dante: hay tanto dióxido de carbono en su atmósfera, que el efecto super-invernadero logra que el plomo se derrita en su superficie.

La presión que uno tendría que soportar estando allí es noventa veces superior a la terrestre. Ahora, la sonda ha proporcionado los datos a un investigador español, Agustín Sanchez-Lavega, y su equipo, para construir una imagen más completa y en tres dimensiones de esa atmósfera tan espesa, y en especial, de los terribles vientos que se suceden a distintas alturas.

Los aparatos de la sonda, desde una distancia de 66.000 kilómetros, han analizado las corrientes en una altitud comprendida entre 45 y 70 kilómetros sobre el polo sur de este mundo. Y han realizado un mapa en tres dimensiones sobre la circulación de estos vientos, midiendo su velocidad. ¿Cómo? "Nos fijamos en las nubes y cómo se movían", indicó el investigador español Agustin Sanchez-Lavega, de la Universidad del País Vasco. "Al rastrearlas durante un periodo largo de tiempo, podemos tener una idea más precisa de los vientos que hacen que esas nubes se muevan".

El vigilante de estos vientos es un espectrómetro llamado VIRTIS. Y lo que ha desvelado es que las corrientes se mueven de una forma extraordinariamente rápida y violenta. Venus es un mundo huracanado. Especialmente al atardecer. "En una latitud que comprende desde el ecuador hasta los 50 o 55 grados al sur, la velocidad de los vientos varía muchísimo, desde 370 kilómetros por hora a una altura de 210 kilómetros, hasta los 210 kilómetros por hora a altitudes de unos 45 a 47 kilómetros", ha indicado este experto español.

A latitudes mayores que 65 grados, los patrones de los vientos forman los característicos vórtices de los huracanes, en los que las nubes son empujadas a una velocidad más regular, independientemente de la altura a la que estén situadas. Y en este polo sur, se encuentra un vórtex que tiene una anchura de 2.000 kilómetros, y que, en palabras de Giusepe Picioni, uno de los principales investigadores de VIRTIS, es "parecido al que ves cuando quitas el tapón de la bañera de tu casa" (suponiendo que la bañera esté llena de agua, claro).

Las nubes que han actuado como chivatos de la furiosa atmósfera venusiana no son de vapor de agua, sino de minúsculas gotitas de ácido sulfúrico, junto con otros aerosoles. Forman una capa muy gruesa, entre 45 y 70 kilómetros del altura, que es la responsable de las altas temperaturas de Venus en la superficie de unos 460 grados centígrados. Sanchez-Lavega publicará estos resultados en la revista Geophysical Research Letter Journal.

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